Cuenca es mundialmente conocida por sus impresionantes balconadas de sus casas construidas siguiendo la línea de uno de los cortados sobre la Hoz del Huécar. Estas «casas colgadas» se han convertido en el símbolo turístico de la ciudad, atrayendo a numerosos visitantes.
Sin embargo, Cuenca ofrece un sinnúmero de atracciones turísticas de relieve. Empezando por la magnífica catedral gótica, con un pórtico majestuoso y su fachada reconstruida en estilo neogótico, y continuando por la torre Mangala, a la que se puede subir para disfrutar de unas vistas preciosas.
En Cuenca se encuentran numerosos museos. Al lado de la catedral está el Palacio Episcopal, en cuyo interior podemos visitar el Museo Diocesano y varias obras de El Greco. Entre los museos arqueológicos y naturales destaca el Museo de Cuenca, dedicado a la provincia, y entre los de arte la Fundación Antonio Saura-Casa Zabala, que acoge tanto parte del legado pictórico de Saura como representantes de la vanguardia actual.
Y a la hora de comer…
La gastronomía es otro de los grandes atractivos que ofrece Cuenca a los visitantes. Sus restaurantes ofrecen platos típicos de la zona conquense basados en carne de caza y cordero. También podemos degustar otros platos típicos como el ajoarriero, las migas y la caldereta.
Los dulces y licores de elaboración propia se encuentran presentes en toda mesa que se precie. Los dulces más habituales son el alajú, los bizcochos de canela y las famosas torrijas. En cuanto a los licores, no hay que irse sin probar el resolí, elaborado con café, corteza de naranja, azúcar, canela y aguardiente.
Cerámica artesanal unida a la belleza del paisaje
Para bajar tan copiosa comida, no hay nada mejor que una visita a las numerosas tiendas de cerámica artesanal o un paseo por la orilla del río Huécar, pasando por el Puente de los Candados donde tantos y tantos enamorados han proclamado su amor eterno colocando un candado en los amarres de su pasarela.
Al llegar al otro lado podemos optar por acercarse al Parador, disfrutar de sus magníficas vistas de las Casas Colgadas y del río Huécar y entrar a tomar un café en la elegante cafetería de la que disponen, o continuar la vereda del río hacia la parte baja de la ciudad para adentrarnos en las calles de la zona más moderna de la ciudad, no sin antes poder disfrutar de un descanso en uno de sus bellos parques.